Claudia González
Artista visual. Ha orientado su trabajo hacia la relación Arte y Tecnología principalmente con operaciones de electrónica manufacturada a través de instalaciones, performances sonoras e impartiendo talleres.
Biografía
Claudia González (Santiago, 1983)
Artista Visual y Profesora de Arte titulada en la Escuela de Arte y Cultura Visual de Universidad Arcis y Magíster en Artes Mediales de la Universidad de Chile.
En 2005 comienza a trabajar con video, edición, video instalación e incorporando el tejido a telar, estableciendo una relación entre el código del tejido y el código de la imagen audiovisual, entendidos ambos como dispositivos de comunicación. Posteriormente, estudia un postítulo en Artes y Nuevas tecnologías en la Universidad de Chile que le permitió conocer nuevas prácticas y relacionarse con otros artistas también interesados en el uso de las tecnologías desde una perspectiva crítica. Desde entonces comenzó un proceso de aprendizaje de electrónica de manera autodidacta y de experimentación en un cruce con las técnicas tradicionales de las artes visuales como el dibujo, grabado, impresión serigráfica y la manufactura de circuitos electrónicos.
Entre 2009 y 2012, junto a Constanza Piña forman el “Laboratorio de Proyectos Chimbalab”, un espacio de encuentro desde donde generaban prácticas que vinculan arte, ciencia y tecnología acorde a las realidades locales, precarias e híbridas, que caracterizan a ciertos espacios de la sociedad chilena y en específico al lugar donde se instalaron: el barrio de Independencia, antiguamente conocido como La Chimba.
Los proyectos de Chimbalab se basan en un proceso de investigación material y social del entorno. Desde entonces ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas, asimismo, un sinnúmero de talleres y charlas sobre Arte, Open Hardware, experimentación electrónica y Cultura DIY en diversos festivales como LIWOLI (Austria), SOL (España), EEII (Croacia), FILE (Brasil), Sudex (Argentina), Tsonami (Chile) y la BVAM (Chile), Festival de la Imagen de Manizales (Colombia).
Estrategia Artística
Desde sus inicios, la elección de recursos tecnológicos de bajo costo, la autoconstrucción de dispositivos como rescate de la manualidad de la artesanía, el ingenio del bricoleur y la enseñanza como un engranaje más dentro de su producción artística, han sido algunas de las constantes que acompañarán sus proyectos. Además, la reflexión por el territorio y sus determinaciones culturales, económicas y políticas se han hecho cada vez más elocuentes desde distintas estrategias tecnológicas y poéticas presentes en la obra de González.
Asimismo, en su trabajo se aprecia una preocupación por la materialidad, la cual se despliega no sólo en el uso poético y físico de determinados elementos con los que trabaja –agua, papas, circuitos, juguetes, papel– sino que además por el formato escultórico que adquieren sus instalaciones.
Por otro lado, en la elección de estas materialidades está la intención de poner a prueba procesos de transducción que le permiten la transformación de lo físico en sonido.
Tanto desde su práctica artística como en docencia, se ha interesado en el rescate de saberes marginados del discurso de las ciencias y la tecnología dominante. En trabajos como Hidroscopia, observamos el rescate de ciertas prácticas como la rabdomancia y la radiestesia; y por los oficios populares o saberes ancestrales, recreando en sus procesos de trabajo prácticas asociadas a la artesanía o el taller de barrio
Obras relevantes
“Bici Pop Up” 2014-2015. Exhibiciones: Vuelta de Rueda, Ciudad H, concepto curatorial de Ignacio Szmulewicz, en Galería Metropolitana. Diciembre 2014 – Enero 2015. Santiago, Chile.
Bici Pop Up consiste en la planificación y diseño de un dispositivo que encarna un laboratorio o taller portátil, con reminiscencias a la tradición popular del carrito de los cartoneros, vendedores ambulantes o del afilador de cuchillos. Esta obra se despliega como un espacio donde aprender a hacer trucos y donde compartir los saberes que la dependencia al fetiche tecnológico y su consecuente sumisión a la oferta incansable que la obsolescencia programada dictan han silenciado.
Desde la proposición de desplegar esta Bici Pop Up, como un algoritmo de bajo costo, como escenografía para un taller nómade, se pretende reunir a las personas en torno a experiencias de creación no instrumentalizada por conceptos de moda como Industrias culturales o práctica DIY (cooptadas por el manual de cualquier embalaje Ikea, Sodimac, etc), reapropiando la práctica tecnológica casera, el arte fuera del sistema institucional y la estética (la reflexión sobre los sentidos) en su acepción original, no filtrada por el pensamiento racionalista eurocéntrico.
La Bici Pop Up como artefacto de reunión, como pieza artística, como espacio de formación, de encuentro y de juego, y todo a la vez; desde su hibridez, fragilidad y dinamismo, desobedece los mandatos que la ciudad sentencia, fundando un nuevo espacio móvil, heterotópico que auspicie nuevas formas de relación social.
Extracto texto Bici Pop Up: Un laboratorio nómade, proyecto de Claudia González, Valentina Montero. Texto para el catálogo de la exposición Vuelta de Rueda, Ciudad H, concepto curatorial de Ignacio Szmulewicz, en Galería Metropolitana, diciembre 2014-enero 2015.
Los principios de Bici Pop Up fueron actualizados en el proyecto Taller de Campo Magnético 2015, residencia que la artista realizó en Coltauco.
“Hidroscopia / Mapocho” 2015-2017. Exhibiciones: Sala Anilla, del Museo de Arte Contemporáneo, 2016. Muestra en IV Encuentro Lumen Resonancias Hídricas, 2016.
Desde los inicios artísticos de Claudia González, el río Mapocho ha jugado un papel significativo en su vida. Cuando en 2008 se convierte en co-fundadora de Chimbalab (en la rivera norte del río, barrio Independencia), la toponimia que daba nombre al laboratorio jugaba un papel de señalización no sólo geográfica sino también simbólica, pues respondía a la posición ideológica con la que en adelante Claudia González abordaría su lugar como artista.
La elección de recursos tecnológicos de bajo costo, la autoconstrucción de dispositivos como rescate de la manualidad de la artesanía, el ingenio del bricoleur; la enseñanza como un engranaje más dentro de su producción artística, serán algunas de las constantes que acompañarán sus proyectos en donde, además, la reflexión por el territorio y sus determinaciones culturales, económicas y políticas se harán cada vez más elocuentes desde distintas estrategias tecnológicas y poéticas.
En Hidroscopia / Mapocho el trabajo de Claudia ha consistido en una investigación sobre la dimensión material y orgánica del río Mapocho, el cual vuelve a ser abordado, ya no como frontera o linde que disecta a Santiago, sino intentando conocer en profundidad los elementos que constituyen este hilo hídrico que divide a la ciudad. Si bien el río Mapocho marca una presencia contundente en nuestro imaginario capitalino, y su representación visual ha sido profusa e intensa (desde la postal romántica, la instantánea periodística documentando su desborde, o el documento histórico que lo delata como lecho de muerte en dictadura), poco sabemos realmente sobre sus características. Desconocemos sus meandros, sus accidentes; no tenemos la certeza del lugar en el que desemboca su nombre, y sólo sospechamos sus niveles de contaminación y supuesta peligrosidad, razones por las cuales observamos sus turbias aguas con distancia y recelo.
El trabajo de Claudia González no se ha detenido en la descripción impresionista ni alegórica del río, como tampoco ha intentado remedar la práctica científica moderna. Su trabajo ha consistido en incursionar sus orillas, advirtiendo las interrupciones y bloqueos que los imperativos urbanísticos han diseñado, así como en la toma de muestras de agua para la observación de sus partículas microscópicas. Pero sobre todo, su propuesta ha recuperado la hidroscopia del inventario de saberes populares, actualmente denostados como pseudociencia, y por lo mismo, marginados de los paradigmas racionalistas contemporáneos.
La hidroscopia era un antiguo método, similar a la radiestesia y la rabdomancia los cuales servían para buscar, mediante varillas o un péndulo, fuentes de agua, minerales u objetos ocultos; para ello era fundamental el conocimiento de una técnica, pero también las facultades de la adivinación e intuición y un reconocimiento afectivo del habitar un entorno. En una fórmula cuasi mágica, la función de la hidroscopia era el “arte del alumbramiento de las aguas ocultas”. A partir de este enfoque hidroscópico, Claudia González indaga sobre las correspondencias entre el campo macro y microscópico; haciendo visibles o perceptibles los distintos agentes humanos y no humanos que participan como actores, constituyendo un Mapocho como entidad vital. En este ejercicio hidroscópico lo que Claudia ha intentado hacer es revelar el río como ente que dibuja, marca, divide, separa, recorre, graba, compone, conduce, contamina, huele, suena, filtra…
Su trabajo artístico ha sido el de capturar instantes de la dimensión dinámica de sus flujos materiales y simbólicos, los cuales no se reducen a la superficie de sus comportamientos o apariencia externa, sino que además registran la complejidad de las transformaciones de la capital en términos urbanos, ecológicos, sociales y materiales. Para ello convierte el lugar de la exposición en una interfaz para visualizar y auditar el Mapocho, dando a conocer de manera holística y sistémica los distintos componentes que constituyen el río, que en su opaco torrente arrastra una historia material y cultural de Santiago. En ese afán, la artista emplea una serie de procedimientos gráficos, constructivos, analíticos, sonoros, soportados sobre andamios desde los cuales es posible condensar poéticamente un acercamiento donde la ciencia, la estética y la subjetividad de la propia artista convergen.
Hidroscopia Mapocho por Claudia González, por Valentina Montero. Publicado en Artishock, 17 octubre 2016.