El Colectivo 22bits comienza a gestarse el año 2015, siendo aún estudiantes de sus respectivas carreras Bárbara Molina, en diseño gráfico y Matías Serrano, en licenciatura en artes con mención sonido. Con la intención de trascender las barreras disciplinares, comenzaron en conjunto la exploración transdisciplinar de las fronteras entre diseño, sonido, arte y tecnología, a través del uso de la programación y la electrónica para la creación de proyectos artísticos.
Su primer proyecto fue la creación de la drum machine mecánica Tutupa, desarrollada el 2016 en una beca de verano de desarrollo de proyectos tecnológicos del Santiago Maker Space, proyecto que fue el punto de partida para desarrollar una perspectiva de pensamiento crítico sobre los usos de la tecnología, la importancia de la escucha y la capitalización del conocimiento, definiendo una posición política tecnofeminista que recorre toda su práctica artística, establecida en el siguiente Manifiesto:
“Ningún ruido es inocente
Ninguna máquina está obsoleta
Nada ni nadie se puede poseer
La historia está secuestrada
Desconfía de la autoridad
Hay que decirlo, hay que hacerlo: Las ideas matan fascistas
Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos
De la deconstrucción personal a construcción colectiva
El futuro es tecnofemista”
A partir de ahí han realizado instalaciones, performance, intervenciones -en espacios expositivos y en el espacio público-, talleres y conferencias, que comparten un lenguaje principalmente asociado a lo sonoro, desde el ruidismo, las posibilidades de la escucha y la transmisión de los registros, además de un enfoque en el uso del bricolage electrónico como lenguaje artístico y una herramienta de conocimiento abierta y colectiva.
Dentro de estas acciones participaron en el Concurso de Arte y Tecnología Matilde Pérez el año 2017 con la instalación Ensayo de horizontalidad, obteniendo el tercer lugar del certamen. En el marco del Día Internacional de la Mujer 2018, realizaron el taller y acción sonora colectiva Intervención #4, en la cual a partir de un taller de construcción de amplificadores portátiles, intervinieron en la marcha para reproducir los registros sonoros de antiguas manifestaciones del día internacional de la mujer en Santiago de Chile, que comenzaron a realizarse en Chile desde 1936. En Valparaíso ese mismo año son residentes de la Sala Base de Tsonami Arte Sonoro, en que desarrollaron el proyecto de instalación Dispositivas de encarnación, que tomaba la dimensión visual y sonora de la tecnología del espinel, desarrollada por mujeres en la elaboración de redes de pesca en la Caleta Portales, realizado en conjunto con Rosa Oyarce, encarnadora de la caleta. También el 2018 en la región del Bío-Bío realizan el proyecto Espectral: Escucha de un paisaje intervenido, en conjunto con AOIR Laboratorio Sonoro, con quienes realizaron una improvisación sonora en el túnel Punta de Parra, parte del Ramal Ferroviario Rucapequén (que realizaba el viaje Concepción – Dichato) abandonado desde 1986, emitiendo su registro en una instalación inmersiva e inclusiva en Casa916 en Concepción, muestra que contó con la realización de talleres abiertos a público, práctica formativa que es parte mayoritariamente de los proyectos artísticos que desarrolla el colectivo.
Dentro de su trabajo como colectivo han traspasado la práctica artística para ampliar los horizontes de acción a otros campos, como el desarrollo del sistema 22machines, sistema modular electromecánico open-source de desarrollo de instrumentos musicales, a partir del cual han realizado talleres e instalaciones; el Archivo Veintidós, sello fonográfico de distribución y promoción gratuita de artistas experimentales latinoamericanxs; y el espacio de trabajo colaborativo Casa Oram, casa/taller de encuentro en torno al conocimiento feminista, abierto y compartido.