IMPERMANENCIA – 2023. Núcleos de Creación del Maule.
Proyecto Financiado por Seremi Región del Maule Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Núcleos de Creación 2023.
Sobre el proyecto
NÚCLEO DE CREACIÓN 2 (NC2): IMPERMANENCIA
El concepto transcendental que cruza las reflexiones del NC2, es la impermanencia. La expansión urbana sobre la naturaleza y la ruralidad, es una constante sistemática en la región del Maule, el territorio cambia y se transforma periódicamente, y con ello, el vínculo de sus habitantes con el entorno. Reconocida como una zona fronteriza de resistencia mapuche contra la expansión Inca, la colonización española y más tarde, el desarrollo industrial, finalmente logran doblegar el espíritu guerrero al del dócil campesinado.
Todo comienza con la aparición de un espectro: la primera etapa del proyecto del NC2, realizada el año 2022, consistió en un rito de reconocimiento y reparación ancestral. Inspirados por El poema de las tierras pobres de Jorge González Bastías (1879 -1950), el grupo encarna en una performance, el padecimiento que el poeta maulino denuncia ante el progresivo avance de la modernidad a principios del siglo XX, cuando el territorio se convertía rápidamente en una importante fuente de recursos naturales y laborales para el país, trayendo consigo una miseria nueva.
El proceso de sanación involucra la aceptación del dolor por la pérdida, y con ello, quizás más tarde, descubrir formas de convivencia con la herida. Al respecto, Mignolo señala:
Continuando el proceso creativo por segundo año consecutivo, el grupo se reencuentra en el mismo territorio ubicado en la zona de El Culenar. Esta vez, la devastación de los temporales que azotaron la región durante el invierno, son lo que ha modificado por completo el territorio hace apenas unos meses; indirectamente los efectos del capitaloceno que vaticina González Bastías, se materializan con el cambio climático. La primera emoción de los y las integrantes del NC2, es la del shock frente al poder de destrucción de la naturaleza, sin embargo, el desconcierto, pronto dará paso a nuevas reflexiones: “sabemos lo que no queremos”, advierte desde un comienzo el artista visual Rolando Cisternas, sin un proyecto preconcebido, solo se disponen alcanzar un estado contemplativo, a la escucha y observación de “los signos y ecos del territorio” como señala el músico Hugo Jara.
La diferencia colonial instituye heridas coloniales que disminuyen a la persona, pero generan a la vez digna rabia que nutre la necesidad de sanaciones decoloniales. Sin sanación decolonial, las personas quedan atrapadas en el resentimiento y el resentimiento impide la liberación, la autoafirmación, la dignificación, que son procesos de sanación decolonial, la experiencia se desarrolla en un espacio característico del valle central. En un entorno rural asediado por la ciudad, se emplaza una industria de áridos, cuya actividad extractivista forma a través del tiempo, dos lagunas de aguas subterráneas. Ahí donde se disponen bolones de piedra, florece el botón de oro, hay sauces, coipos, patos, peces y avispones, que coexisten junto a desechos plásticos, latas, caucho y una inmensa retroexcavadora. Se escucha el bramar de las ovejas, el zumbido de los insectos, el canto de los pájaros y la maquinaria cuando está operativa. Sonidos e imágenes de un espacio específico que muta en el tiempo, en cada visita, los y las integrantes perciben algo diferente.
La impermanencia es aquello que está y no está al mismo tiempo, genera un desajuste, una dislocación en el tiempo sincrónico mecanizado por la modernidad. Es también la indeterminación, no hay división tajante ni científica entre lo que es y lo que no es. Lo que importa es lo que aparece en el entre, y entonces, es preciso prestar atención y vincularse con el territorio con el cuerpo mismo, donde la performance es el medio que el núcleo considera más pertinente para ello.
Es importante señalar que la performance es en el acontecer, despliega su energía total en el acontecimiento mismo como práctica de la impermanencia, de modo que su registro, debe ser revisado críticamente atendiendo la diferencia sustancial entre el acto y el material de archivo. Con el cuerpo como soporte de enunciación, la performance pone en escenas múltiples recursos de escenificación tan relevantes como el acto mismo, pues inciden con su propia especificidad técnica en manos de sus respectivos autores y autoras, no solo en la experiencia espacio – temporal in situ, si no en el montaje final, donde se yuxtapone la variedad de lenguajes convocados para dar lugar a una nueva figuración conjunta.
Inspirada en el butoh, Constanza Albornoz, semi desnuda, dice “bajar a las raíces de la tierra”, se interna en un socavón generado por los temporales como si fuera un útero. Se sumerge en las aguas estancadas de la laguna hasta que, explorando a tientas en un suelo fangoso, encuentra el río que fluye. Es un acto de rebeldía y liberación contra lo que Silvia Rivera Cusicanqui, denomina las políticas del cuerpo, la higienización moderna y el control doméstico, la desmaterialización del cuerpo y la desterritorialización a la que nos someten las tecnologías occidentales. No podemos percibir el olor de la escena ni las náuseas que Constanza experimenta. Como espectadores, asistimos apenas a una superficie visual desgarrada del devenir del tiempo que, sin embargo, en el montaje y desde esa misma apariencia estética, tiene el potencial de urdir una narrativa poética entre las tomas contemplativas del registro en video de Rolando Cisternas, potenciadas dialécticamente por la fotografía fija de Susana Villar, que destacan por un dramático claroscuro y un tono anaranjado que remite al óxido y los residuos de plástico que colorean el entorno natural. Ambos exploran el territorio junto a Constanza en su propia performance video – fotográfica, a la que se suma la propia de Hugo Jara, al ritmo de la música de las cosas, trabajo creado y producido mediante un software de producción y sintetizadores, que abraza en un todo unísono el entre las imágenes, donde se aloja la impermanencia de los ecos y signos del territorio, recogidos por el lenguaje simbólico del arte que excede el simple registro.
Capa sobre capa, ¿es posible retornar a un origen?, es una de las preguntas que surge en el grupo. Lo que vemos y experimentamos no es nunca la performance ni la experiencia del grupo, pero lo valioso es el gesto creativo que instituye otra forma de vincularnos con el entorno próximo a través del arte y sus múltiples manifestaciones. ¿Quedará algo de vida en este lugar contaminado y devastado?, se preguntan Cisternas y Jara, y frente a sus ojos, las fronteras de la razón y las expectativas son suspendidas por el inesperado salto de un pez. Lo asombroso suspende toda lógica, extraditando al animal racional, dejando abierta la pregunta que invita al pensamiento ahí dispuesto a nuestra capacidad inventiva.
Como un impulso vital, Hugo Jara da vida a los desechos y las máquinas de destrucción. Se interna en la pala de la retroexcavadora y la vuelve una caja acústica inmensa para la percusión intuitiva, un tarro de conserva se llena de música con el rasgueo de un arco de violín mientras la guitarra convoca a una decena de avispones. Lo uno convive con el todo, no hay líneas divisorias ni trayectorias definidas, las partes se suman incesantemente cada día sin ninguna planificación, como los movimientos performáticos del grupo, cuya experiencia se abre al misterio y la mutabilidad de la materia para dar lugar a un desarrollo creativo, apoyado por múltiples técnicas que se retroalimentan con la diversidad del medio, amplificado en sus múltiples capas auditivas, visuales y táctiles, sin fines científicos, generando a su vez, una tecnodiversidad desde la experimentación artística. Precisa Yuk-Hui: El dibujo a grafito de ficción naturalista se desdibuja con el agua dando paso a una trama colectiva de la impermanencia, cuya relevancia radica en su performatividad y la posibilidad de agenciar nuevas formas de vida, pues el valor del arte radica no en reproducir ni repetir, clasificar o conceptualizar, si no en producir, creando en este caso, una cosmotécnica a partir de la contemplación, la experimentación corporal y técnica que, unidas a una cosmovisión particular del Maule, dan lugar a lo imperceptible que emerge de la multiplicidad vital y no vital que aloja este territorio.
Los y las integrantes, como parte de la comunidad, recuperan la riqueza de las tierras pobres desde el uso y reflexión de las mismas tecnologías que propician su destrucción. Intuimos con el NC2 que, pese a la transitoriedad de la materia, el origen se devela por sí solo en el claro del ser, en el pensamiento en torno a la fuerza de reticencia y de retorno de la naturaleza, donde la vida se despliega junto a la muerte:
La tecnodiversidad es fundamentalmente una cuestión de localidad. Lo local no significa aquí una política identitaria, sino la capacidad de reflexionar sobre el devenir tecnológico de lo local y de evitar replegarnos a alguna forma de tradicionalismo, para que múltiples localidades puedan estar en condiciones de inventar su propio pensamiento y futuro tecnológico.
“A vivir, por definición no se aprende. No por uno mismo, de la vida por obra de la vida. Solamente del otro y por obra de la muerte. En todo caso del otro, al borde de la vida. En el borde interno o en el borde externo, es esta una heterodidáctica entre la vida y la muerte.”
Integrantes
CONSTANZA ALBORNOZ
Performance: “La condición de bestia“
SUSANA VILLAR
Fotografía: “Paisaje Naranjo”
ROLANDO CISTERNAS
Video: “Memoria Natural”
HUGO JARA
Musica: “La música de las cosas”
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CONSTANZA AVELLO
Curatoría: “Imaginarios de la tierra para el afecto y el cuidado”
NICOLE CHACOFF
Diseño Gráfico
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Galería
Documentación/ Catálogo de proyecto
Fuentes
Agradecemos la gentileza del material al equipo de trabajo. Proyecto de Núcleos de Creación del Maule – IMPERMANENCIA.