Niña Hermosa:
¿Por qué estos muertos no se olvidan de la memoria del pueblo?¹
Tal vez porque los oímos cantar, pero nunca pudimos recordar su canción.
Tatiana Julio
PAM Plataforma Arte y Medios
Fondecyt 11230449
En 1993, Oreste Plath, ávido investigador de las costumbres folclóricas chilenas y activista nacional, publicó “L’Animita: Hagiografía Folklórica”. Esta obra reconstruye las historias que hay detrás de las animitas más reconocidas a lo largo del territorio chileno:
«Nace una “animita” por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una “mala muerte”.
Es un cenotafio popular, los restos descansan en el cementerio, por lo que se honra el alma, la “ánima”.
Donde finalizó la terrena jornada, en el mismo lugar se construye una caseta, la que pasa a llamarse casilla, templete, ermita, gruta…»²
Sin duda, a este notable estudio deberíamos sumar la animita que, desde 1998, honra la memoria de la joven Astrid Soto. Un hito característico de la Ruta 78 que acompañó a innumerables viajeros de la Autopista del Sol, en el trayecto que conecta las regiones de Valparaíso y Santiago en el Valle Central.
Con el paso de los años, la animita de Astrid se transformó en un sitio capaz de evocar recuerdos y congregar multitudes; un espacio de reflexión, oración y devoción. Sebastián Salfate, artista visual y cineasta chileno, vio en este fenómeno un potencial eje de filmación y decidió desarrollar el proyecto “Niña Hermosa”, un video-paisaje que documenta las modificaciones que sufrió este hito entre los años 2018 y 2022.
Salfate, reconocido en el campo del arte por sus creaciones abstractas, su incursión en el video experimental y su participación en proyectos colectivos como Galería Daniel Morón, CIA e Instituto Tele Arte, propone en esta oportunidad una obra individual exhibida en códigos inmersivos y proyectada en tres canales/muros simultáneamente.“Niña hermosa” se presenta actualmente en la sala 12 del Museo de Arte Contemporáneo, MAC Parque Forestal, y forma parte del programa de ocho muestras que abordan temas medioambientales, así como los efectos de lo humano en la naturaleza.
Es preciso recordar que esta obra se compone de registros del memorial en su condición original, por lo que el material exhibido fue filmado por el artista antes del traslado programado en el año 2021, debido a la renovación de la Ruta 78. Además, cabe destacar que dicho traslado resultó ser simbólico, ya que en febrero del mismo año, los miles de peluches que componían la estructura fueron consumidos por un incendio que arrasó casi por completo con la animita.
Para aquellos que transitaron por la ruta que recorre Maipú, Padre Hurtado, El Monte, Talagante, Melipilla y San Antonio, la imagen de la acumulación de peluches a un costado de la carretera probablemente les resulte muy familiar. Hoy en día, esa imagen desapareció del terreno que la acogió durante décadas. Astrid “Niña Hermosa” finalmente abandonó el sitio donde finalizó su terrena jornada³, empujada por los ideales de modernización que acarrearon consigo una transformación de carácter obligatorio en el lugar.
De este modo, el registro que nos ofrece el artista se convierte en una pieza de exploración de campo que narra los años previos a la remoción de la animita. Sin conocer previamente la magnitud y los alcances que implicaría su traslado, el artista exploró en torno a las dinámicas de movimiento y comportamiento de los cuerpos en el espacio circundante, los cuales inevitablemente reflejan la modificación de su andar en relación a estos hitos de ruta.
A través de sonidos e imágenes que nos recuerdan la estética de “Sans Soleil” de Chris Marker, y la calma de lo cotidiano presente en “Daguerréotypes” de Agnès Varda, esta obra nos transporta hacia el universo de lo sensible, un espacio que no necesita diálogos extensos para despertar emociones profundas en el espectador. Al contrario, una estrategia hábilmente utilizada por el artista es la implementación de los sonidos propios del lugar, acompañados por instantes de silencio y contrastados con un breve relato en la voz de la madre de Astrid.
“La escuché cantar, pero nunca pude recordar la canción”, menciona Graciela Chamorro, madre de “Niña Hermosa”. Esta frase nos demuestra que, ya sea a través de palabras o sonido ambiental, esta obra logra llevarnos a una convivencia entre lo tangible y lo intangible, desde imaginar el sentir de la madre ante el recuerdo de la grata compañía de su hija, hasta la oscuridad contenida en la soledad y el silencio que quedan tras la pérdida.
El breve relato de la madre de Astrid nos precisa que no se olvida lo que es difuso, borroso, extraño y ajeno a nuestra comprensión. Justamente eso es lo que muchas veces queda almacenado, por su misma extrañeza, guardado cual tesoro en nuestra memoria.
Asimismo, las imágenes que componen este registro se expresan como fantasmas que relatan en silencio los signos de la convivencia entre la civilización y la naturaleza: automóviles, pájaros, viento, camiones, insectos, y la danza perpetua de la huella sonora de la velocidad en la carretera, nos aproximan a la visualización del paso del tiempo. Secuencias seguidas por la quietud del abrazo nocturno en la breve pausa del bullicio: grillos, pájaros y unos cuantos viajeros de madrugada son eternamente cubiertos por una brisa que jamás desaparece.
Tanto en los planos generales como en los de detalle, la acumulación de figuras y formas en las ofrendas nos recuerdan la inamovilidad de un bajorrelieve, aunque en este caso, desprendidos de la solemnidad de los motivos grecorromanos. En cambio, hay en su reemplazo objetos de consumo y de producción masiva, algunos personajes de dibujos animados muy reconocibles, algunas reinterpretaciones de los mismos y animales de todas las especies, colores, tamaños y formas. Conejos, serpientes, osos, gatos, pandas, perros, dinosaurios, abejas y algunas muñecas de trapo, por mencionar algunos, se encuentran suspendidos en el tiempo con un único objetivo: preservar la memoria.
Durante décadas, esta animita tuvo la capacidad de reunir a sus fieles en el mismo lugar. Su inminente traslado fue uno de los puntos que atrajo al artista a documentar este espacio. Ante esto, nos comenta:
“Me interesaba mucho esa animita en especial, me interesó primero porque la iban a cambiar y ahí volvemos a este tema que te hablaba del territorio, de cómo ese territorio puede quebrar o cambiar las maneras en que se desarrolla una comunidad. Me parecía muy interesante que el progreso de la carretera iba a remover inevitablemente este lugar y ese lugar, además, contenía una especie de lo que yo digo hierofanía, que es como el momento exacto, el lugar y el momento exacto donde se desarrolla una intervención divina. En este caso la muerte de Astrid se transforma en un espacio hierofánico o en un momento hierofánico, porque su muerte da paso a una creencia y esa creencia tiene ciertas atribuciones y hay cierta gente que considera que de verdad es milagrosa”⁴.
Es difícil comprender la voluntad de la modernización. Remover la animita del lugar original no sólo es un cambio en la estructura de la carretera, sino que atraviesa historias personales y colectivas, la fe popular y arrasa con las huellas de lo que alguna vez fue construido por la comunidad.
Por otra parte, y más difícil de comprender aún, es la frontera de lo legal que envuelve a este hito conmemorativo. Durante la entrevista que el artista nos concedió el pasado mes de abril, nos compartió un poco más sobre la historia de esta animita y las vueltas que ha sufrido este lugar, “un asentamiento ilegal que transcurre a un costado de la carretera sin ningún tipo de autorización y luego termina transformándose en un espacio institucional de la empresa constructora. Ese paso, esa especie de mitología de la frontera también me parece interesante, entre una ilegalidad y luego un espacio de lo legal”⁵, argumenta.
Ante todo, más allá de su posible condición milagrosa, de su estética o su significado, la remoción de la animita de Astrid encarna la urgencia de reflexionar sobre el cuidado y respeto que debería existir hacia aquellos espacios que se han transformado en parte de la identidad social. No podemos pretender, tal como lo hizo la empresa constructora, que el cambio de la animita sea equivalente a una simple mudanza.
La memoria no cambia de lugar como uno cambia de casa. La memoria se apropia de los espacios, los habita de forma permanente y los modifica dejando en ellos una huella imborrable. En consecuencia, esta obra resguarda las imágenes que desaparecieron y abre una ventana hacia aquellas ofrendas que ahora se encuentran solo en el video.
“Cada vez hay más afición por el documental. Y lo llaman ‘Cine de lo real’. Lo que a mí me gusta es ver en lo real lo que no es real. Es decir, dentro de lo real, sacar sorpresas, la belleza inesperada, el milagro casi de lo real. Eso es lo más interesante”⁶.
Decía Agnès Varda durante una entrevista que concedió a la televisión española. Y justamente, ese es el rol que cumplen las imágenes en la obra de Salfate: dan vida a una nueva historia, relatada por objetos detenidos en algún momento y en algún lugar. Estas ofrendas, de naturaleza aparentemente inamovible, continúan envejeciendo y contando el avance de los segundos en el reloj. Objetos simbólicamente petrificados, todos ellos desteñidos por el sol, reflejan sus años en la pérdida de pigmento. Algunos, totalmente blanquecinos, nos hablan de un tiempo que llega a su fin, imprimado en sus formas como arrugas en la piel.
“Niña Hermosa” nos hace parte de una observación hoy imposible y, en su momento, bastante inusual para los viajeros de la ruta. En esta misma línea, el artista nos compartió su interés por el cine de James Benning y cómo éste lo motivó a indagar en “ese cine que se embarca en un diálogo con el paisaje, donde la cámara no se mueve. En ese sentido quise ser súper religioso con ese tema, la cámara nunca sale del trípode, nunca se mueve, no hay ningún tipo de plano en movimiento y quería seguir esa regla, un poco para de verdad sentarnos a observar”⁷.
Al mismo tiempo, reflexiona en torno a otro de sus referentes, en este caso, al escritor Oliver Sacks. En quien destaca las ideas sobre “la imposibilidad cognitiva de ver ciertas cosas avanzar, porque hay un tiempo que lo cognitivo no nos permite abarcar. Por ejemplo, ver una flor crecer, uno puede estar tres horas sentado viéndola y nunca va a poder ver ese crecimiento. Entonces había una idea en esto de registrar, como con una lupa que sólo este tipo de técnicas visuales, tales como el cine y la fotografía permiten que podamos llevar a cabo ese tipo de observaciones”⁸ .
Tal como ocurre en “Cléo de 5 à 7”, el espectador convive frente a distintas temporalidades. En el caso de Varda, la combinación de “el tiempo objetivo, visto en los omnipresentes relojes, y el tiempo subjetivo, que Cléo experimentaba durante el film”⁹. En el caso de Salfate, es la rememoración de un tiempo pasado, evidentemente distinto al tiempo observado y al tiempo vivido/presente. Como dice el artista, hay cosas que lo cognitivo no logra capturar, a lo cual personalmente agregaría, que también hay un tiempo afectivo que es difícil de reflejar en la pantalla y que de alguna forma, esta obra logra exhibir.
Entre los muchos valores que yacen en esta pieza audiovisual, tanto en lo documental, testimonial, artístico, cinematográfico y paisajístico, se encuentra su capacidad para activar y conectar con diversos recuerdos. Como bien decía Varda, en relación al cine documental, biográfico y autobiográfico, estas películas existen y son creadas “no para detener el tiempo”¹⁰, sino “para acompañar el tiempo”¹¹.
El video nos acompaña, es un complemento y un medio para rememorar historias tanto personales como colectivas. En este sentido, quisiera mencionar brevemente la primera vez que vi la animita de Astrid.
(Corría el 2002 y tenía 8 años) Viajaba por la Ruta 78 junto a mi madre, rumbo a la casa de mi abuela, quien solía pasar los veranos en Melipilla. Durante el trayecto, un sol rasante entraba por la ventana mientras comíamos papas fritas. Al llegar, nos recibieron con un plato de cazuela. Recuerdo un gran trozo de zapallo sobre la mesa del comedor.
Aquel trayecto se convirtió en el primero de innumerables viajes entre Melipilla y Santiago y, a su vez, en la primera de tantas oportunidades que vería la animita. En este caso, para quien escribe este texto, la obra de Salfate encarna la reconstrucción de pequeños fragmentos del ayer en una memoria escurridiza. Siempre tuve dificultades para recordar eventos del pasado, a pesar de aquello, ese recuerdo permanece intacto y visita de vez en cuando el presente y la vida cotidiana.
En definitiva, “Niña Hermosa” transcurre entre el mundo de lo emotivo y lo experimental. Es una “poesía, una danza, una música”¹² en donde “las imágenes tejen la trama, /como las palabras tejen un poema”¹³. Esta obra devela la importancia de contemplar todo lo que nos rodea, al mismo tiempo que nos motiva a volver a revisar cariñosamente sus imágenes, a ver “la fragilidad de esos instantes suspendidos, esos recuerdos que no habían servido para nada más que para dejar, justamente, recuerdos”¹⁴. Una memoria que difícilmente desaparecerá, incluso para quienes, a veces, se nos hace más difícil recordar.
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Sebastian Salfate Deves (1986)
Artista visual y director de cine. Es licenciado en arte por la Universidad Católica de Chile y magíster en FIlm Directing por CalArts (California Institute of the Arts). Desde 2008 al presente ha sido parte de diversos proyectos y colectivos independientes relacionados con el arte comunitario y la exhibición de arte contemporáneo. Entre ellos destacan la Galería Daniel Morón y el Instituto Tele Arte. Este último es codirigido junto con el artista Enrique Flores.
De forma paralela a su circulación como artista visual en exhibición colectivas e individuales presentadas en Chile y el extranjero, Sebastián ha dirigido cortometrajes, videoclips y programas de televisión, tales como Arcadia (2018), Días del Mar (2018, estrenado en FIC Monterrey), Litre (2020, estrenado en el Festival de Poitiers y premiado en el FECILS) y Niña Hermosa (2023, estrenado en el Images Festival de Toronto). Su trabajo también ha sido presentado en el Festival de Cine de Lima y el Annual Copenhagen Film Festival. Además, se desempeña como montajista audiovisual para cine y televisión.
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¹ Plath, O. (1993). L’Animita: Hagiografía folklórica (p. 209). Editorial Pluma y Pincel.
² ibídem, (p. 9)
³ ibídem, (p. 209)
⁴ Julio, T. (2024). Entrevista a Sebastián Salfate [15 de abril, 2024]. “Niña Hermosa” Videoinstalación, Museo de Arte Contemporáneo, MAC Parque Forestal. Plataforma Arte y Medios.
⁵ ibídem
⁶ Documenta 2, TVE [2007] Entrevista Agnès Varda. https://www.youtube.com/watchapp=desktop&v=3o238lSMjaM&embeds_referring_euri=http%3A%2F%2Festertoresdeleviatan.blogspot.com%2F&feature=emb_imp_woyt
⁷ Julio, T. (2024). Entrevista a Sebastián Salfate [15 de abril, 2024]. “Niña Hermosa” Videoinstalación, Museo de Arte Contemporáneo, MAC Parque Forestal. Plataforma Arte y Medios.
⁸ ibídem
⁹ Varda, A (2008) Les Plages d’Agnès. Ciné-tamaris
¹⁰ Varda, A (2019) Varda par Agnès. Ciné-tamaris
¹¹ ibídem
¹² Kosak, C. (2023), Tecnopoéticas argentinas. Archivo blando de arte y tecnología (p.49). 2a ed. 1a reimp. Caja Negra
¹³ ibídem
¹⁴ Marker, C. (1983) Sans Soleil. Argos Films
Imágenes:
Registro “Niña Hermosa”, cortesía del artista.
Registro “Niña Hermosa” MAC Parque Forestal, cortesía del artista.
Registro “Niña Hermosa”, cortesía del artista.
Fotograma Sans Soleil (1983). Chris Marker. Fuente https://vimeo.com/485563753
Registro “Niña Hermosa”, cortesía del artista.
Registro “Niña Hermosa”, cortesía del artista.
Fotograma “Niña Hermosa”. Sebastián Salfate.
Fotograma RR (Railroads) 2007. James Benning. Fuente https://mubi.com/es/notebook/posts/nyff08-rr-benning-usa
Fotograma Cléo de 5 à 7 (1962). Agnès Varda. Fuente: Cléo de 5 à 7 bande annonce 2014. Ciné-tamaris. https://www.youtube.com/watch?v=TnzD-XRXiHk