
Colectiva 22bits
Colectiva conformado por Bárbara Molina y Matías Serrano. Definiéndose como tecnofeminista, la práctica artística de 22bits parte desde un planteamiento crítico a partir del cuestionamiento del uso de las tecnologías, los significados de la escucha y la autonomía en las formas de de generar y compartir conocimiento. Siguiendo estas problemáticas han realizado talleres, instalaciones sonoras, performance, junto con el proyecto de casa/taller Casa Oram, espacio de trabajo colaborativo, y el sello fonográfico de artistas experimentales Archivo 22.
Biografía
Reside en Santiago de Chile

Intervencion # 4. Colectivo 22bits. Taller y acción sonora colectiva, en el marco del Día Internacional de la Mujer, 2018. Fotografía de Marcela Montiel, archivo Colectivo 22bits.
Colectiva 22bits comienza a gestarse el año 2015, siendo aún estudiantes de sus respectivas carreras, por un lado, Bárbara Molina en diseño gráfico y por otro, Matías Serrano en licenciatura en artes con mención sonido. Con la intención de trascender las barreras disciplinares, comenzaron en conjunto la exploración transdisciplinar de las fronteras entre diseño, sonido, arte y tecnología, a través del uso de la programación y la electrónica para la creación de proyectos artísticos.
Su primer proyecto fue la creación de la drum machine mecánica Tutupa, desarrollada el 2016 con una beca de verano de desarrollo de proyectos tecnológicos del Santiago Maker Space, proyecto que fue el punto de partida para desarrollar una perspectiva de pensamiento crítico sobre los usos de la tecnología, la importancia de la escucha y la capitalización del conocimiento.
Definiendo una posición política tecnofeminista que recorre toda su práctica artística, establecieron el siguiente manifiesto:
“Ningún ruido es inocente
Ninguna máquina está obsoleta
Nada ni nadie se puede poseer
La historia está secuestrada
Desconfía de la autoridad
Hay que decirlo, hay que hacerlo: Las ideas matan fascistas
Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos
De la deconstrucción personal a construcción colectiva
El futuro es tecnofeminista”
A partir de ahí, han realizado instalaciones, performance, intervenciones –en espacios expositivos y en el espacio público–, talleres y conferencias que comparten un lenguaje principalmente asociado a lo sonoro. Su trabajo surge desde el ruidismo, las posibilidades de la escucha y la transmisión de los registros, además del enfoque en el uso del bricolage electrónico como lenguaje artístico y como herramienta de conocimiento abierta y colectiva. Dentro de estas acciones participaron en el Concurso de Arte y Tecnología Matilde Pérez el año 2017 con la instalación Ensayo de horizontalidad, obteniendo el tercer lugar del certamen.
En el marco del Día Internacional de la Mujer 2018, realizaron el taller y acción sonora colectiva Intervención #4, en la cual a partir de un taller de construcción de amplificadores portátiles, intervinieron en la marcha para reproducir los registros sonoros de antiguas manifestaciones del día internacional de la mujer en Santiago de Chile, que comenzaron a realizarse en Chile desde 1936.
Ese mismo año en Valparaíso, fueron residentes de la Sala Base de Tsonami Arte Sonoro, en que desarrollaron el proyecto de instalación Dispositivas de encarnación, que tomaba la dimensión visual y sonora de la tecnología del espinel, desarrollada por mujeres en la elaboración de redes de pesca en la Caleta Portales, realizado en conjunto con Rosa Oyarce, encarnadora de la caleta. También el 2018 en la región del Bío-Bío realizan el proyecto Espectral: Escucha de un paisaje intervenido, en conjunto con AOIR Laboratorio Sonoro, con quienes realizaron una improvisación sonora en el túnel Punta de Parra, parte del Ramal Ferroviario Rucapequén (que realizaba el viaje Concepción – Dichato) abandonado desde 1986 y emitiendo su registro en una instalación inmersiva e inclusiva en Casa916 en Concepción. Muestra que contó con la realización de talleres abiertos a público, práctica formativa que es parte mayoritariamente de los proyectos artísticos que desarrolla esta colectiva.
Además, dentro de su trabajo han traspasado la práctica artística para ampliar los horizontes de acción a otros campos, como el desarrollo del sistema 22machines, sistema modular electromecánico open-source de desarrollo de instrumentos musicales, a partir del cual han realizado talleres e instalaciones; el Archivo Veintidós, sello fonográfico de distribución y promoción gratuita de artistas experimentales latinoamericanxs; y el espacio de trabajo colaborativo Casa Oram, casa/taller de encuentro en torno al conocimiento feminista, abierto y compartido.
Enfoque Artístico
La exploración en torno al sonido, el arte, el diseño y la tecnología desde una perspectiva tecnofeminista ha sido la motivación principal para Bárbara Molina y Matías Serrano, integrantes del Colectiva 22bits.
Desde el año 2015 han desarrollado proyectos artísticos en diversos formatos que buscan generar instancias de trabajo y creación colectiva a través de procesos de bricolaje electrónico. Mediante intervenciones sonoras, video, instalación y la exploración/creación de instrumentos, reflexionan en torno a la ciudad y el rol de la mujer en la actualidad. Durante el año 2020 realizaron una colaboración con proyecto VIRAL, (Boletín 07, Editorial Rayo Verde), instancia en la cual plasmaron algunas de sus inquietudes y la importancia del proceso de creación en torno al sonido; la importancia de escuchar y ser escuchados.
“Pensar y escribir sobre las prácticas sonoras en medio de la pandemia de COVID-19, con su irrupción y alteración de las cotidianidades, tiene una carga diferente al hacerlo desde Chile. Porque no se trata, simplemente, de ver y escuchar a una ciudad que vació sus calles debido a las cuarentenas, sino que en este contexto, se vaciaron calles que estaban siendo ocupadas como espacios políticos, principalmente desde el 18 de octubre de 2019.
Ese día, la normalidad, y por cierto su sonoridad, se había transformado completamente. Luego de algunas semanas de evasiones masivas de estudiantes secundarios en el metro de Santiago, el aumento de la represión y el cierre de las estaciones de metro, hizo encontrar a toda la ciudad en la calle, a las personas unas a otras.
La rabia acumulada produjo diversas manifestaciones sonoras: algunas personas gritaban y aplaudían, otras sacaban las cacerolas a la calle. Los autos que transitaban acompañaban con bocinazos mientras atravesaban alguna barricada. Muchos tomaban piedras o palos y los usaban para golpear basureros, carteles o rejas, extendiendo así su propia rabia y formando un gran cuerpo sonoro. Amorfo, disonante, disidente, pero propio. Símbolo del hastío de formar parte de este experimento neoliberal.
De repente, habíamos dejado de ser cuerpas individuales, sobreviviendo a duras penas y de manera angustiosa, y estábamos comenzando a mirar hacia el lado, notando que las crisis no eran tan personales. (…) Si el estallido del 18O, como pulsión emocional, se manifestó sonoramente, principalmente como cacerolazos, las semanas y meses posteriores fueron incorporando además un componente mucho más poderoso: la escucha.
Las cuerpas individuales se dejaron de encontrar solas, y la manera de forjar los enlaces era a través de crearlos, en espacios de comunicación amorosa y horizontal. Proliferaron los cabildos y asambleas, de trabajadores, estudiantes y en los territorios (…) El sonido metálico, el mismo que nos hacía aparecer y hacernos visibles, se volvió a utilizar para advertir a los de la política de las apariencias: no estamos en silencio, estamos al acecho. Volveremos a aparecer, viviremos escuchándonos, venceremos resonando.”
La nostalgia del ruido, es una de las cuestiones principales dentro del trabajo del Colectiva 22bits –tal como lo menciona el título de esta colaboración– se trata de visibilizar tanto a los espacios como a las problemáticas sociales que envuelven a los individuos que componen la sociedad.
Obra relevante
“Dispositivas de encarnación”. Obra exhibida en Galería Casa Colorada durante el segundo semestre del año 2019.
Este proyecto surge como un trabajo colaborativo entre Colectiva 22bits y Rosa Oyarce, esta obra fue resultado de la Residencia en sala B.A.S.E (Tsonami Arte Sonoro) Valparaíso, 2018.
Uno de los focos principales de esta instalación, se encuentra en la recuperación de las labores femeninas en la pesca artesanal. A raíz de lo anterior, este proyecto se encarga de poner en cuestión el vínculo entre las mujeres, el trabajo y la tecnología que se desarrolla en la región de Valparaíso; territorio geográfico y culturalmente determinado por pescadores artesanales, pero desde el cual surge el oficio de las encarnadoras dentro del campo de las labores masculinas.
Dicha labor, implica que son ellas las encargadas de reparar y preparar el espinel, –instrumento de pesca– el cual está conformado por una larga línea de cuerda, de la que penden anzuelos cada un metro aproximadamente, intercalando diversos objetos flotantes y pesados para ajustar la profundidad a la que se quiere llegar. El espinel se configura como un tejido a la orilla del mar, técnica enseñada y difundida a través de la conversación y el trabajo cooperativo.
En su simpleza esconde variadas e ingeniosas soluciones creativas, realizadas con materiales propios de su contexto, los cuales contrastan con la complejidad de la amenazante y creciente pesca industrial que se extiende en el territorio.
Finalmente, cabe mencionar que el encuentro con Rosa Oyarce comenzó desde la enseñanza del oficio que ella realiza, bajo este contexto es que compartió a la Colectiva las dinámicas cotidianas del puerto.
Criada por su madre en la Caleta Portales y, a sus 74 años aún se encuentra realizando el trabajo de encarnadora; contratada por los dueños de las embarcaciones para la reparación de redes, y/o la limpieza de la pesca extraída, siendo la mantención y fabricación de los espineles su labor principal. De esta forma, la obra se convierte en una pieza de colaboración activa que integra los conocimientos de Oyarce y –también– el reconocimiento en parte de la autoría de la instalación sonora. Esta obra fue exhibida en Galería Casa Colorada durante el segundo semestre del año 2019.